By Saul Kaplan
Como friki de la tecnología que quiero ser, he estado prestando atención al tema de la impresión en 3D y explorando los movimientos de los fabricantes. Cuando digo que he estado prestando atención, me refiero a leer sobre ello, o ver material de hackers y entusiastas del tema. Hasta ahora, la impresión en 3D no me había afectado realmente. Así había sido hasta que hace poco me rompí un diente y no tuve más remedio que visitar a mi dentista. Fue mi visita al dentista, más que ninguna otra cosa, lo que me ha convertido a la impresión 3D. A veces, una alteración en tu día a día tiene que golpearte fuerte en la boca para que le prestes atención.
Ahora ya no me siento un extraño de la restauración dental. Hace siete años me rompí otro diente y necesité una corona, pero no recuerdo ese proceso con mucho cariño. Fue un proceso interminable (por no mencionar lo caro) de visitas al dentista. Primero tuvo que hacer un molde físico de mi diente roto. El molde fue enviado a un laboratorio dental para que realizara mi corona definitiva. Mientras tanto, me fui a casa con los inconvenientes de llevar una corona provisional hecha de composite y fijada con cemento temporal. Semanas más tarde, cuando el trabajo definitivo fue enviado desde el laboratorio, fui citado por mi dentista para otra tediosa visita para fijar la nueva corona en su lugar.
No fue nada agradable tener que afrontar el mismo destino siete años después. Sin embargo, esta vez en lugar de un molde, mi dentista metió en mi boca una cámara digital y lo siguiente fue ver la imagen de mi diente roto en una pantalla de ordenador situada junto al sillón dental. Mi dentista sabe que soy un friki de la tecnología, así que se salió de su papel para hacerme una demostración de sus nuevas habilidades tecnológicas. Vi mi diente roto girando en su magnífico equipo en 3D y él ejecutó el software de diseño para rápida y mágicamente poner la corona sobre mi diente roto de manera virtual. Voila! Incluso hizo unas cuantas modificaciones manuales sobre la corona mediante el sistema de diseño asistido por ordenador, un retoque por aquí, un poco más liso por allá.
Lo que ocurrió a continuación me deslumbró totalmente y me convenció de que la impresión en 3D es realmente importante. Mi dentista le dio a “Enviar” y me llevó a otra sala en la consulta donde orgulloso, señaló un aparato del tamaño de un microondas. El diseño digital de mi corona había sido enviado por control remoto a una fresadora. Existen 2 formas básicas en la impresión 3D: impresoras que ponen capa sobre capa de material hasta construir un objeto desde cero e impresoras que mediante control remoto esculpen el objeto deseado sobre el material. Contemplé con asombro cómo mi corona era esculpida en un bloque de composite delante de mis ojos.
En unos 10 minutos, con mi nueva corona en la mano, volví a sentarme en el sillón dental donde mi dentista me la colocó de manera permanente. Le pregunté al dentista si esta nueva competencia de su clínica podía sacar del mercado a los laboratorios dentales que solían hacerlo. Él me dijo que había revisado sus gastos y que realmente los gastos de laboratorio habían aumentado. El laboratorio se centra más en los trabajos menos rutinarios y ofrece más valor al trabajo de restauración. Al mismo tiempo, mi dentista se ocupa de dar más valor a sus pacientes y yo pude tener mi corona en una única visita además de una lección vital en innovación.
A veces, la manera más persuasiva de utilizar las nuevas tecnologías no es sólo la que se muestra en la sala de exposición o en los vídeos de YouTube. Los juguetes de plástico ahora pueden imprimirse por encargo y no importa mucho, pero para el dentista, como para otros muchos profesionales, la oportunidad de diseñar y fabricar los productos en su mismo lugar de trabajo con la impresión en 3D ya está revolucionando el negocio.
Saul Kaplan es autor del libro “The Business Model Innovation Factory” y jefe y fundador de la Business Innovation Factory (BIF), en Providence (Rhode Island). Podéis seguir su perfil en Twitter @skap5.
*Para leer el artículo original en inglés pincha aquí.
Impresionante. La verdad es que la impresión 3D puede revolucionar el mundo en todos los sentidos. Las aplicaciones al ámbito de la salud son enormes, y en el caso de la odontología, con la cantidad de retoques que hay que hacer, sería un ahorro de tiempo y dinero que cada dentista pudiese imprimir cualquier corona o carilla y colocarla en el momento sobre los dientes del paciente. Desconozco cómo de avanzada está la impresión 3D, ya que se necesita una gran precisión para hacer esto, pero creo que en un futuro no muy lejano estas situaciones serán algo habitual.